Beatriz Santiago: Centro de Recursos para alumnos ciegos y con baja visión (CeR)

Yo me imagino una puerta, por supuesto abierta, a través de la que entran todos los derechos. La educación inclusiva tiene varias premisas: una de ellas es justamente la del derecho a la educación. Lograr que los estudiantes ingresen al sistema, permanezcan y egresen, identificar las barreras que puede haber, no solo edilicias sino de todo tipo, y detectar las situaciones de vulnerabilidad. Si bien la educación inclusiva comenzó identificándose con las situaciones de discapacidad, hoy en día es un concepto amplio y abarca toda situación de vulnerabilidad.

Verónica Salomone: Departamento Integral del Estudiante (DIE)

Desde el Departamento Integral del Estudiante concebimos la educación inclusiva como un derecho para todos: todos los estudiantes cuentan por igual y se aceptan sus diferencias. La educación inclusiva es también una política transversal de la ANEP. Por lo tanto, cada subsistema, y en este caso la Dirección General de Educación Secundaria, acompaña su importancia. Andrea Carlos: Comisión de Educación Sexual Primero, tenemos que decir que entendemos la educación como un derecho humano. Como tal, por lo tanto, el Estado y las instituciones estatales deben garantizarla para todas las personas, pensar las prácticas de aula y las instituciones educativas en su conjunto en clave de educación inclusiva. Implica generar condiciones de acceso y de permanencia para permitir el tránsito de niñas, niños y adolescentes por todos los niveles del sistema educativo.

Como está establecido en la Ley de Educación, el Estado debe garantizar el derecho a la educación de todas las personas, incluso de aquellos grupos, colectivos o personas que por algún motivo estén en una situación de vulnerabilidad. Entonces, debemos identificar muchas veces esas situaciones y acompañar las trayectorias de las y los estudiantes que ven vulnerado su derecho a la educación. Por otro lado, también es importante decir que la educación inclusiva se concibe desde un marco de derechos y de protección integral hacia la infancia y la adolescencia. Incorpora la perspectiva de diversidad, la perspectiva de género y otras dimensiones desde un enfoque de interseccionalidad. Muchas veces, entre la comunidad educativa adulta y los estudiantes se generan relaciones de poder muy asimétricas, ya sea por la edad, por el género, por las orientaciones sexuales o identidades, por las clases sociales o por otros motivos.

Lo que pretendemos es desnaturalizar estas relaciones y en clave de educación inclusiva poder generar y promover contextos educativos amigables para el aprendizaje y para la construcción de la ciudadanía.

Mónica Ratto: Dispositivo Mandela

Cuando hablamos de educación inclusiva, estamos hablando de un campo teórico que está en proceso de construcción hace mucho tiempo, por lo menos desde hace treinta años.

Pero como todo campo que está en proceso de construcción, tiene distintos posicionamientos y debates en este momento. Por lo tanto, voy a hablar desde la visión del equipo de trabajo de los liceos con dispositivo Mandela. Desde esta perspectiva, la educación inclusiva es un proceso de cambio profundo que tiene como fin último la transformación del sistema educativo de manera tal que genere las condiciones para albergar toda la diversidad del estudiantado que tenemos, sin importar cuál sea su característica.

Solemos asociar la educación inclusiva a cuestiones de discapacidad y a veces a situaciones de género o de construcción de identidad, pero también tenemos que pensar en una educación inclusiva que albergue las distintas características culturales, los diferentes tiempos y ritmos de los estudiantes frente el aprendizaje, sus distintas particularidades para aprender y las diversas situaciones de enfermedades crónicas, para que el sistema pueda adecuarse a esas características.

También, desde la perspectiva que sostenemos en el equipo Mandela, debemos correr el foco de la concepción de que son situaciones que le ocurren al individuo las que impiden los procesos de aprendizaje de los estudiantes y situarlo en que son las situaciones sistémicas, las condiciones del sistema, las que lo hacen. En este sentido, además de las concepciones, lo que hay que cambiar tiene que ver con las formas de organizar el centro educativo, las formas de evaluar, la construcción de las prácticas de enseñanza dentro del aula. De esta manera, en vez de mirar al estudiante como causa del problema, buscamos la causa en el sistema que no está llegando a la necesidad, a la situación o a las características que tiene ese estudiante y que no le permite progresar de acuerdo a sus condiciones.

En ningún sentido la educación inclusiva implica rebajar la calidad de la enseñanza, porque una de sus premisas es que estas oportunidades sean las mismas para todos, con la misma calidad al egreso, de manera que cada estudiante pueda desarrollar después un proyecto autónomo y una plenitud en su vida y en su inserción en la sociedad.